La Otra Lima

Iba camino a un mundo nuevo, al otro lado de la ciudad donde no habia ido antes. Así que me vestí acorde, esperando lo mejor. Con una gran sonrisa y mucha mucha coordialidad subi a la famosa combi celeste que me llevaria a Ate. Tan grande como recordaba y tan llena que era imposible dar un paso más adentro. Allí separe mi poco espacio disponible, saqué mis audífonos y empecé a obeservar.. todos parecían molestos, nadie miraba al otro, nadie conversaba con el otro, todos con la vista hacia la ventana sin ver ningun punto fijo.. noté en el reflejo que mi polo celeste y mi mochila roja contrastaba con los opacos grises que vestia el resto, noté que mi intento de sonrisa era nula ante tantos seños fruncidos.. y tenia un temor aún pendiente: no sabia dónde bajaría, así que me tomé la molestia de preguntar.

-Perdón, señor, ¿Sabe dónde queda Ate?-
-Estamos en Ate- escupió dandome la bienvenida.
-¿Sabe cual es el paredero 41?-
-Estamos cerca- volviendo a escupir
-Ya falta poco, estamos a 5 minutos- Un joven más educado respondió.
-¡Gracias!- respondi sonriendo y asentando la cabeza.

Al rato:
-Aquí es el paredero 41- Me informa.
-¡Chevere, te pasaste!- bajé rapidamente y como pude del apretado carro.

Caminé mucho, los parques eran marrones y las flores eran reemplazadas por bolsas de basura, habia una veintena de perros en cada esquina. Como si no tuvieran suficiente en hacer maravillas para que pueda comer la familia. Trataba de ver a todos con coordialidad para hacer notar que no tenía malas intenciones. Pero parece que todo funciona diferente allí y esque en un reino de fieras no púedes sonreir, no púedes mirar hacia atráz, debes aprender el delicado arte de mirar, no demasido tampoco lo mínimo. Debes mirar con maldad, solo así sabran que eres uno de ellos pero ten cuidado, sí exageras podría ser contradictorio.

Subiendo un puente noté al lado varios niños jugando en la arena donde tímidamente crecian dos arboles, miraba lo felices que eran los niños. Seguramente no habrian conocido del mundo más que 5 cuadras a la redonda y eran tán felices ignorando su realidad que hasta me parecio envidiable. De pronto siento un golpe en mi hombro que casi me hace voltear por completo y hace botar mi mochila, la que agarre con fuerza por miedo a malograr mi cámara fotográfica y por intuición volvie.

-¡Mira bien pues huevon!- Me miro también con furia.

Un tipo alto, trigeño y tán inteligente como para chocarme con suficientemente espacio a mi costado. Colgé bien la mochila en mi hombro y empezé a esquivar a las personas, ahora sentia que algunos me miraban mal, algunos con extrañesa, algunos hasta con envidia.. talvez aquel golpe sacudio mi cabeza y me hiso ver diferente. En este delicado ecosistema de pobreza no puedes ser lindo, no puedes ser más que ellos, no puedes darte el lujo de mirar hacia abajo. Debes observar a todos lados porque estas propenso a golpes involuntarios de personas que te estimulan a lanzar tu lado salvaje.

Finalmente llege al centro de apoyo, en la sala de espera logré sentarme frente a un señor que me daba la cara. Al parecer lo miré más de lo que suficiente porque empezó a verme con desconfianza, asqueado, de pocas pulgas, me sentí muy observado. Me puse algo nervioso. A lo mejor el gel en la cabeza y el polo pegado no me ayuda.. se acoplaron más miradas, y yo con la visión hacia mis manos trataba de ser menos visible pero parecia todo lo que hiciera era noticia, jamas vi a las personas frente mio, pero sentia su mirada en la frente tan fija que me quemaba el cerebo... Felizmente al rato llamaron:

-¿El joven Ricardo Montoya?-
-Soy yo- me pare sonriendo a la señora que llamaba mi nombre.

Dentro del centro de apoyo expuse mi proyecto, mis ganas de mejorar con el centro y adquirir todos los permisos. Parecia que habia entrado a otro lugar pues la gente era muy coordinal, las señoras muy humildes con ganas de ayudar y atender, esto era realmente lo que esperaba. Finalmente encontré lo que queria encontrar. Salí muy contento con la respuesta y senti que ellas lo estaban también.

Así, conoci un poco de la otra Lima, de que creía conocer, en la que no me gustaria vivir. De Lima que se espera sea mejor, pero que demorara mucho en serlo... Para cuando aquellos arboles logren su edad adulta espero ver ese pueblo diferente... Aún así volvere, espero esta vez más preparado y con ropa tan gris como la llevan ellos.